miércoles, octubre 31, 2007

metro

Luego supe que era lunes. Con los ojos todavía pegados a las sábanas, me subí al metro. Línea cinco, línea verde, la peor de todas, acaso la más incomoda, la más ruidosa... Suances, Suances. Esa era mi parada. Mi intención, no quedarme dormido por el camino. Fue imposible. Tenía que ir de pie. Me gustaba mirar las caras de la gente por la mañana. Todos iban pensando en sus cosas. El silencio se colaba por cada una de las estaciones a mi paso. Pensaría en algo bonito para no quedarme con cara de lelo. Ella se subió un poco más adelante. No tardé en fijarme. Playeras, vaqueros usados, una camiseta verde, quizá era blanca. O a rayas. Su pelo corto, bien cortado, mal peinado. Llevaba una mochila y también algo en la mano. Era el suplemento del domingo del periódico. Se disponía a leerlo. Yo me moría por un café y por una sonrisa. Entonces la miré un poco más. Iba leyendo. Era un reportaje sobre las guerras en África. Hay cientos como esa. Pero no con esas playeras, con esa camiseta. Decía hay cientos de guerras como esa. Leía. Lo hacía con atención. No me había visto. Yo a ella sí. La toqué por detrás. Ella se dio la vuelta suavemente, sin miedo, con ganas... Le pregunté si había desayunado. Me moría por un café. Me dijo que no. Le expliqué que no quería molestarla, ni a ella ni a su camiseta ni a sus playeras. Le expliqué que lo que estaba leyendo que lo leyera con un café y quizá un bollo, una tostada... Era un poco crudo eso que estaba leyendo para un lunes por la mañana. Eso era todo. Quizá miento. Ella asintió con una sonrisa y guardó la revista en su mochila. Nos miramos. yo me moría por un café. No me olvidé de sus playeras. Y su camiseta era verde. De eso estoy ahora seguro. También de que era lunes. Ella se bajó y yo me quedé allí. Solo. En silencio. Era lunes por la mañana.

martes, octubre 30, 2007

Taxis

Puede ser que la última que la viera ella subía a un taxi. Era de noche y no hacía frío. El aire estaba parado. Y yo también. Delante de otro taxi me forcé a subir a él. Las palabras quedaron en ese aire que no existía. Ahora lo recuerdo bien. Ella también se paró. Cogió su teléfono y yo también. Fue un mensaje lo que atravesó ese aire. No podíamos más. Ella caminaba erguida pero despistada. Como siempre. Estaba segura de andar, pero yo no quería saber adónde. Quizá estaba asustado. Aún lo estoy... Llevaba algo atado a su cuello blanco. Bebimos, quizá, más de la cuenta y queríamos abrazarnos, pero el aire se había ido. El humo del tabaco, el bar, las conversaciones diagonales, ... Todo era perfecto para un abrazo, un beso, una caricia, pero el amor fue imposible. El deseo se quedó allí, detrás de una barra, entre unas sillas mal colocadas. En una calle que subía, nosotros decidimos bajar... El museo del Prado, en obras, fue testigo de lo que no fue.
Lo fácil no fue subirse al taxi, lo fácil fue elegir el que no era.

lunes, octubre 29, 2007

¿Hacia rutas salvajes? Ya estamos con los dobladores de titulos

Iba a hablar de la peli, que es un retrato formidable de la América que menos se ve en las pantallas, ya sean de cine o de tv. Gente que te conquista desde el corazón y de la mente, porque en ese país donde dicen que sólo hay armas y gente sin escrúpulos, hay toda una sociedad mixta, hecha a sí misma, y por lo tanto con los mismos defectos y virtudes que todos nosotros. Into the wild recorre así de este a oeste un país con una geografía exquisita, con unos seres que quieren estar al margen, o más bien que quieren vivir su vida tal como les dicta el corazón. A la cabeza el protagonista, que puede resultar un tanto pesado al principio, pero que escarba en su visión del mundo para encontrar aquello que busca y que sin embargo no puede compartir. Mención especial para Catherine Keener. Su personaje y el de Hal Holbrook ya están en la lista para llevarse los oscars a los mejores secundarios. Aunque mejor que los oscars que se lleven es que se queden con nosotros un tiempo, en esa retina que hace mucho tiempo no nos deja nada. Conmigo duerme ese viejo que desafía las leyes naturales escalando una pequeña montaña o esa señora que con alma de hippie va dando lecciones formidables de admirar la vida.
Pero todo esto no tiene importancia.
Después de ver la peli en uno de los cines más incómodos que recuerdo, nos encontramos con Vinder, un chaval que nos pidió un cigarrillo: Era de Orlando, de la tierra de Mickey Mouse y nos dijo que había conocido a Eddi Veder (cantante de Pearl Jam y compositor de la excelente banda sonora de la peli). También nos habló de un amigo suyo (no recordaba cómo se llamaba pero de lo que estaba seguro era de que había nacido en uno de estos países que se había desmembrado de la URSS) que vive en San Francisco y nos dio su teléfono para ahorrarnos un dinero y quedarnos con él los días que pasemos allá. Belén luego me dijo que en realidad le había gustado. Yo me reí. Son esos personajes de los que habla la pelí, más allá de la aventura de acabar en tierra de osos pacíficos. Por cierto, nos contó que la peli basada en una historia real la habían escrito a través de los comentarios de la gente a la que fue conociendo Alex durante su periplo. Ahí hay un documental. Supongo que lo harán. Porque como muchos de vosotros ya sabréis, los americanos hacen muchas cosas muy bien. Into the wild, es una de ellas.
Porque me acabo de encontrar con la traducción del título al castellano y se me ha olvidado por qué me enamoré de estos personajes.

domingo, octubre 28, 2007

Las paces

Ayer soñé. No es que sea una novedad porque se supone que soñamos muchas veces. Pero esta vez me acuerdo y creo que me acuerdo porque hice las paces con una amiga con la que no hablo desde hace años. Muchas veces es díficil, y otras imposible llegar a superar este tipo de situaciones que se dan un poco por el grado de niño que siempre (menos mal) llevamos dentro. Pues anoche ese niño lloró y esa niña lloró y nos abrazamos. Y nos reímos. Me gustaba su risa. Era contagiosa, y a veces no paraba hasta caer al suelo rendida, agotada, inagotable que era ella, que es ella. Ahora es jueza y anda por la provincia de Zaragoza. Alguna vez la he espiados en Internet para ver cómo le va. Estoy seguro que ella hace lo mismo. O no. Pero prefiero pensar que sí.
Y le va bien. Era la más lista de todos nosotros. con diferencia. Hablaba de autores italianos desconocidos para mí. Ahora conozco mejor a Negri que era un poco como su ídolo. Tenía en mente muchas cosas que sin duda llegará a hacer. Cómo construir una política penitenciaria mejor y más justa con las personas que son maltratadas por la vida, era muy feminista, muy justa y muy política y muy volcánica y a la vez muy dulce. Me gustaba ella. Ahora no sé nada de ella. Le gustaba ir al teatro. Y ...
Pero anoche reimos juntos. Y todavía me acuerdo del sonido de su voz. ¿Cómo tendrá el pelo? Apostaría que corto y oscuro. Ojalá nos volvamos a ver. Aunque sea en sueños.

sábado, octubre 27, 2007

Criticas o comentarios

Esta es la transcripción de la crítica de TimeOut New York a DarkBlueAlmostBlack:
If your impotent, incarcerated brother can´t impregnate his girl friend (also behind bars), shouldn´t you try to helpout? Brooding young janitor Jorge (Gutiérrez) may strecht family ties too far, however, when he agrees to provie stud services to Paula (Etura) during conjugal visits. Even though older bro Antonio (De la Torre) admonishes Jorge not to fall in love -well, you can see this plot development coming a mile away. Director Sanchez Arevalo might have fashioned such outrageous material into either melorama or farce, but Darkbluealmost black occupies the stylistic no-man´s land between, and Jorge's unmotivated actions in the film's final minutes are simply bewildering.
Al menos se ha estrenado en Nueva York que ya es algo. Por cierto, aquí en Atlanta me he visto tres pelis que no sé si han llegado a España: Gone Baby Gone, Michael Clayton y Reservation Road. La última es un dramón de padres que pierden hijos y padres que no quieren perderlos, en fin, para los que le gusta los dramones. Eso sí, sale Jennifer Connelly que aunque es un poco pava, está muy guapa como siempre. Michael Clayton es el típico retrato de abogado que entra en crisis ética ante lo que en sus ojos, se supone que día sí y día también, pero que en un momento dado dice hasta aquí hemos llegado. Es el personaje de Tom Wilkinson. Así que lo que hace George Clooney es echarle una mano, con muerte, persecución y una extraña partida de poker por el medio. No es apasionante desde luego y me atrevería a decr que un poco floja. Por cierto, qué pesado los guionistas que pretenden que en un guión todo tiene que encajar. A veces, lo más importante, que suele ser que entres en la historia y te identifiques con los personajes, se diluye en este rompecabezas que suena a chino demasiadas veces. Y Gone Baby Gone, pues y esto que viene es un spoiler de esos, no puede ser que planifiques una secuencia con dos disparos que da el prota desde el portal de un casa hacia el lateral de la casa y sin mirar, y que aparezca el presumible malo muerto dentro de la casa, pero muy dentro de la casa. Simplemente, no es posible. Si partimos de eso, creo que la estructura de la peli se cae un poco. Por cierto que el dilema moral que plantea no sé si se entenderá en Europa. Diría que no. El fin no siempre justifica los medios.

I'm back

Sí, sé que para un blogero estar tres días fuera es como estar fuera del partido. He vuelto. Espero no irme mucho más tiempo. Las cosas de Atlanta y de que se queme la costa Oeste. ¿esta semana? Mucha peli, mucha mala. Gone baby gone, reservation road, Michael Clayton... En fin, me voy a una fiesta de Halloween rápido, rápido... Mañana más

martes, octubre 23, 2007

Tragedias

Bueno, no es una tragedia, sino una dramedia. La plancha del pelo de Belen me lo recordó esta mañana. Hemos vuelto a Atlanta, la ciudad que es ahora del viento y del agua. De la humedad, también. Humedad que necesitan en la costa oeste que se quema como mis islas canarias hace unos meses. Allí tengo a mi perra, Beti, que cada vez que quiere comer maúlla como si fuera un gato. Sólo tiene un mes, pero tiene hambre de león enjaulado. Mi madre le da de comer como a nosotros cuando también éramos pequeños (algunos todavía lo somos). Allí también está mi sobrina que berrea cada vez que... cada vez que le da la gana. Está en su derecho. Es muy guapa, con los ojos muy grandes, curiosa, y muy física. Que se lo digan a mi hermana. Parece ya una atleta de esas que corren y corren y no miran para atrás. Martina nunca mira para atrás, siempre para adelante. Hoy el café estaba puesto nada más levantarme y sí parece que el sol se anima a salir en Georgia. ¿Lo ves? Ya no es tanta tragedia. Ahora es una comedia.
Anoche soñé mucho. Cosas buenas y cosas malas. Tragedia y comedia. Ya olvidé las tragedias. Me quedo con tu mirada. Me reí contigo.

lunes, octubre 22, 2007

Washington Square

Allí dicen que vive Julia Roberts, la actriz que tanto se parece a Julia Roberts, según una de las lamentables secuelas de los Ocean y su tribu de Peter Soderbergh. Ayer buscamos la plaza. Misión imposible. Por eso, me comí un duck pad thai en un sitio aocgedor con gente acogedora. Borrando tópicos. Hasta ahora ha sido imposible encontrar en esta jungla de asfalto a alguien crudo, rudo, áspero. Aquí parece que la gente se ha hehco algún cursillo de cómo se debe ser especial todo el año para ivir en la ciudad más especial el mundo. Camareros, chóferes, paseantes, perros, ... La armonía en la jungla, la selva en estado puro, de razón pura. Admirable.
Me quedé pensando en el título de aquel libro de Kapucinski, algo así como este oficio, el de periodista se refiere, no es para cínicos. Me reí. Capté la ironía del maestro polaco. Pero no hurguemos más en la herida, que el sol está allá arria, donde e rasca la barriga el empire state. Y yo ya tengo las zapatillas puestas.

domingo, octubre 21, 2007

Frio y calor

Calor en Chinatown. Gente en Chinatown. Todo está en Chinatown: Es el gigante que viene. Con sus taras, con su caminar pesado y torpe, pero sin duda, nos vaa pasar por encima. Quizá, siquiera nos vea. Ojalá. Paredes que van y vienen, falta la música de un peli de misterio o de acción, pero no hay pistolas, sólo bolsos, bolsos de imitación. Fake, se llamaban. No será que todo es fake. Toco las puertas y las ventanas para darme cuenta de dónde estoy. De cuándo estoy. No compramos nada. Los chinos te miran mal. Dinero. Siempre dinero. Vamos a Cenar. Caliente. Un francés. Vivió en Zahara de los atunes, lo dice con acento galo. Lleva poco tiempo en Nueva York. Le encanta. Pero vive en Nueva Jersey. Es uno de las marcas de Nueva York. No poder vivir en Manhattan. La cena fue estupenda. Al lado, había un cumpleaños. Pidieron un bocadillo de pollo. Eran americanos. Raros. Por el día, más tiendas. Belén me embarca en operaciones de asalto y derribo de tiendas escondidas, apartadas, donde entran chicas guapas y salen con bolsas llenas de ropa de segunda mano apta para la nueva temporada. Armani, Hermes, ...Made in China. Al final, todo es Made in China. Y eso nos lleva otra vez a Chinatown. Pero no quiero volver allí. Quiero acurrucarme en mi cama y mirar el cielo.
Y pensar en proyectos. Ayer solucionamos el periodismo. ¿Qué le pasa al periodismo? Leemos el New York Times, New Yorker, Vanity Fair,... Mañana, quién sabe, podamos acabar con el hambre y las injusticias. Necesito una ducha. Hoy, por fin, Klimt. Y luego periódicos en Central Park. Sol. Hoy será un gran día. Hace calor.

sábado, octubre 20, 2007

Riquezas

Ya no llueve. Estamos en la 87 con la primera y hace sol. Belén se está duchando. Y yo escribo un rato. Escribo para no olvidar. Grandes noticias sin resaca. Ayer conocimos a Bob y a sus amigos. Ellos coleccionan latas de todas clases para cambiarlas por centavos. Pero no son ricos. En realidad, son pobres. Discutían, hablaban, pensaban, ...viven en Nueva York. Por eso son también ricos. Nosotros fuimos ricos con ellos también. Reímos, charlamos, bebimos, ... Fue en otra esquina de Nueva York. Allí donde todo el mundo puede ser rico. Veníamos de conciertos en el lower east side. Pero si nos vamos al jueves estuvimos con unas amigas valencianas. Rubias, médicas,... Fuimos a Brooklyn. Allí vimos la versión actualizada del temazo de Technotronic. Lo grabé en mi cámara. También grabé a Bob. Pero volvamos al viernes. De cenar por allí nos dieron un pato maravilloso. Conocimos a Alejandra, una colombiana maravillosa de Cali. Somos mejores que los bogotanos, decía con la mayor sonrisa que vimos en años. Era waiter, que no bartender, como se encargó de subrayar su novio francés, que era el maitre del restaurante. Mala suerte, me dije. Belén se rio. Sacamos el paraguas. Llovía a cántaros. Por rachas. Horizontal. Incómodo. Zapatillas mojadas, zapatillas nuevas. Calcetines que ya no son calcetines. Nueva York, la ciudad de los charcos donde todo el mundo puede ser rico. O eso parece. La música genial. Apunten un nombre que además se puede descargar por Internet: The Walkmen. Lo más parecido a Bob Dylan. Qué ricos somos...

jueves, octubre 18, 2007

Morada

Sí, ya estoy en una esquina de Nueva York. En la 85 con la primera avenida. En un Starbucks esperando a Jason que es el chico que nos alquila el apartamento. Sólo espero que huela bien y que tenga una cama que se pueda compartir. Comimos en un griego que a la vez era un italiano y un poco americano. El plato no me lo pude acabar, pero me sentó muy bien. Estaba hambriento después de haber desayunado temprano y mal. Aquí detrás un niño juega con su padre. Son franceses y se les nota. No por su felicidad sino por su acento. Los franceses suelen ser tristes pero estos deben ser del sur. Nada de París. Y mucho de Marsella. Nunca estuve en Marsella, sólo de paso. Iba con los salesianos a Italia, a ver Iglesias. Vimos muchas. Aquí en Nueva York también hay muchas pero de todas clases. Sinagogas, baptistas, luteranas,... pero también hay museos. Van a abrir una exposición de Klimt. Gustav. Como mi segundo nombre. Me alegra que forme parte de mi vida y yo de la suya. La gente habla mucho por teléfono, pero eso no es ninguna novedad. ¿Novedades? Pocas desde la última vez que vine. Sólo que el chico que me acompaó aquella vez se quedó en tenerife. Ahora me acompaña rubia. Grandes aigos. Qué suerte...
No hace frío pero el viento agita los árboles. Ya casi es otoño y las hojas vuelan de aquí para allá. Las mujeres no son más guapas en Nueva York, sólo que Nueva York es un gran paisaje para poner a cualquiera. Hasta yo. Ya casi son las cinco. Hora de descubrir nuestra morada. Me gusta el morado.

miércoles, octubre 17, 2007

el tiempo

Bush habla. Siempre termina con esa mirada entre socarrona y tonta como diciendo: no sabéis lo que estoy pensando. Yo tampoco. A lo mejor es su guiñol pero de eso yo no me ocupo. Tengo puesto en el ipod a José Gonzalez que es primo de Borja que a su vez es primo de Gustavo, ese que escribe la música de películas como Babel. Babel como Atlanta. Ayer fuimos a un mercado. Era como un mercado de abastos pero a la americana. Todo muy bien ordenadito, metido en pequeños envases. Garbanzos, lentejas, arroz, y toda las clases de comida que uno podía imaginar. Pero donde se concentraba la gente era en el sitio de las comidas precocinadas. Un símbolo de nuestro tiempo. El tiempo. No tenemos tiempo para nada. Ni siquiera para perderlo. ¿Cómo perder el tiempo? Hablando del tiempo, siempre me acuerdo de aquella película en la que se reptía una y otra vez el día de la marmota. Pongamos una marmota en nuestra vida. Ayer el coche de Belén amaneció con una rueda pinchada que es lo mismo que decir que amaneció triste, cojo, sin poder dar a su dueña aquello para lo que fue creado. Esta mañana he salido a comprar leche en lo que aquí llaman flip-flop, que es un como un ejercicio gimnástico de aquellos que el profesor te hacía repetir una y otra vez hasta que tu espalda estuviera recta con respecto al suelo. Mi suelo nunca ha estado recto. Mi espalda, sí.

martes, octubre 16, 2007

Weekend

Ya sé que todavía no es weekend pero como si lo fuera. Preparando estamos el viaje a Nueva York desde esta ciudad, hoy un poco gris, un poco silenciosa, que es Atlanta. Si echaba de menos los atascos los primeros días, ahora puedo asegurar que odio los atascos. Dicen que aquí la gente no te saluda si no las conoces. No le veo la gracia a eso. Saludar y mirar es lo primero que aprendemos. Mi sobrina no para de saludar a la gente sea nueva o familiar. A veces llora pero es una forma de saludar. De decir, aquí estoy. Ella es una niña pequeña aún pero es algo que ha aprendido sólo con la mirada que la tiene limpia y tierna. Quizá la más. También mi nueva perrita tiene la mirada como si hubiera nacido ayer. Ojalá nacieramos todos los días. Es posible. El día nace todos los días. A veces el sol no aparece, como hoy en el país de las oportunidades ganadas o perdidas, pero debemos tomar ejemplo. Ahora estoy escribiendo un relato (del que ayer adelantaba el inicio) que me absorbe el cerebro durante horas. Un relato dislocado, una road movie de ida y vuelta y es que nos pasamos el día yendo y volviendo. Ahora estoy de ida pero estaré de vuelta y no paro de pensar que me deparará la vuelta cuando aún estoy de ida. O será que ya estoy de vuelta. Esta tarde tenemos una parrillada de mariscos. Aquí no paran de comer shrimps y esas cosas que salen del mar directamente hacia nuestras bocas. Me comeré unas cuantas a vuestra salud. Oigo y veo ecos de España. Me amodorran un poco. Prefiero Andorra, de Caribou. Es una banda americana. La vimos el otro día. A Ryan Adams lo intuimos entre edificios moriscos y luz azul.
Dicen que el país va a cambiar. Me rio en la metáfora...
Ah, y ya tenemos en casa en Nueva York. Así que veremos a amigos y dormiremos en una cama, espero que King size. Y eso que ninguno de aquí es monárquico o Juancarlista. Ves, ya estoy pensando en la vuelta...

lunes, octubre 15, 2007

Ficciones

Mi madre me dijo muchas veces que me quería. Mi padre no. Me decía otras cosas. Pocas. Tartamudeaba un poco, sobre todo, cuando discutía con mi madre. Mi madre siempre me dijo que tuviera cuidado cuando salía a la calle. Tenía miedo por mi. Pero a mí me encantaba ver a mis amigos, a Peter, a Sandra, a Gustavo, él era latino, pero a nosotros no nos importaba. A su madre tampoco. Siempre nos daba un dólar para comprar petardos. Los petardos no le gustaban a mi madre. Ibamos a Piedmont y asustabamos a los perros. Los dueños se quejaban. Pero nosotros salíamos corriendo en estampida escondiendonos en los arboles. Eran tan grandes que casi podías vivir allí. A veces soñabamos con casas en lo alto de aquellos árboles, las ramas parecían fuertes, hasta que Gustavo no atinó con una y se cayó. Se hizo daño y las sirenas no anunciaban nada bueno. Al final, fue sólo una muñeca y un poco de yeso que no tardamos en pintar con todos los colores que nos pudimos imaginar. Eramos un poco locos, o al menos eso creíamos.
Pero ahora está todo oscuro y no puedo hablar. Los coches no me dan miedo. Los frenazos, un poco. Pero ahora nunca frenamos. Me pareció raro. Pero claro, no podñia ver lo semáforos en rojo. Una vez conduje un coche, hasta que mi madre se dio cuenta y me persiguió calle abajo. Logré pararlo y mi madre no paraba de llorar. Me dio una bofetada que no quise evitar. Quizá me la merecía. Pero ahora mi madre no sabía dónde estaba. Me hubiera gustado llamarla pero no sabría qué decirle. Ni siquiera yo sabía adonde nos dirigíamos. Mi padre conducía. Pero tampoco dijo nada esta vez. Él era muy callado. Olía a alcohol, pero eso tampoco me sorprendió. Siempre me daba a probar un poco. Yo le decía que me gustaba para que se riera, pero tardaba en escupirlo. Era muy amargo. La tarde era calurosa aqui dentro. Intenté decirle que parara. Tenía ganas de mear y ya no era un niño pequeño. No quería ser un niño pequeño. Así que me aguanté. Todo lo que pude.

sábado, octubre 13, 2007

El primer concierto

Para empezar nos perdimos. La 20. Era la veinte. Pero, ¿hasta cuándo? Volvimos del west al east, sin pasar por el centro. Raro. Pero aquí todo es así. Un poco raro. Un negro nos informó de la otra dirección. Quizá no queríamos llegar hasta que la gente estuviera caliente. Hot. No, no éramos muchos. Eramos los sufientes. Antes, un grupo de acné todavía dejaban unas notas para que unos saltaran, los más hablaban voz en grito de cómo les fue la semana. Sin muchas novedades pareció. Las cervezas sin alcohol a 3 dólares, más uno de tip. Propina. Y empezaron a tocar. Unos se contoneaban. Una chica muy mona se puso al lado. Llevaba un chaleco y una camisa blanca. Iba muy pulcra. Como si fuera Nueva York. Pero eso será la semana qe viene. Me fijé en cómo miraba. Resplandeciente. Demasiado pulcra en un mundo de camisetas, pelos largos y gorras de beisbol. Sí, ese deporte que se juega con un bote en una especie de diamante de tierra, el diamante de verdad está en otra parte. Quizá en el West. No sudamos. Menos mal. Hubo conatos de pelea. Dos.
Antes paseé por el midtown que es lo que hay antes del downtown. Muchas casas. Bakyards, llaman a lo que hay detrás. En este país hay muchas cosas detrás. Todo se cuece detrás y no, no voy a hablar de política. Me pareció que era un buen lugar para los Okupas. Pero ¿quién sabe? Acaso esas casas vacías estaban ocupadas por alguien. Me recordó a los fantasmas que nos habitan y a los que con frecuencia negamos los saludos. Hola fantasma. Apenas si me miró. Me cambié de acera y acabé en el mall. Todos acábamos en el mall. Película sn palomitas. También sin subtítulos. Pero ya se sabe qué pasa con las imágenes y las palabras. Demasiado Haggis para mí. Me voy que se acerca la aspiradora. Buenos días...

jueves, octubre 11, 2007

Sin ojos

El sol aquí no raya las piedras, raya los ojos. Gafas impecables, necesarias para salir a la calle donde no hay casi nadie, sólo pobres, indigentes, gusanos del capitalismo. Jodidos negros, dirían unos. Pero los jodidos negros esos ya ni te miran. Para ellos estás muerto. Quizá lo estemos todos.
Ahora toco la pared del edificio contiguo a este loft ny style donde me acogen con una sonrisa a las nueve y otra mucho más grande a las cinco. El calor desaparece. El frío nos condena a rebuscar en el armario, la maleta en mi caso. Y dicen que ahora se llevan las corbatas de nudo pequeño. EL New York Times al fondo pide clemencia. No quiere que lo lea de una pasada. Quiero que lo lea con atención, pero mi capacidad neuronal se limita a contemplar fots que nunca sabré si paso a pel, o se quedarán el mundo digital, que es aquel donde puedo transformarlas como de verdad yo las quiero. La realidad, no. Ni la de negros, ni la de los latinos. Dicen Que Obama puede hacerlo, pero Hillay es muy grande o su dinero. ya no sé qué va antes: si el dinero o ellos. O ellos son dinero. ¿Qué es el dinero? Me han enseñado la Reserva Federal de Atlanta. Allí es donde está el dinero. Eso dicen. Yo quiero entrar pero el negro que hay en la puerta me dice que no. No, me dice el negro que guarda el dinero.
Aquí Martin Luther King predicaba el final de aquellos tiempos. Se equivocaba. Sólo acaban de empezar.

Atlanta y la americana (no hay foto porque el ordenador no me deja)

Con los ojos pegados todavía a la almohada enana que ofrecen en los vuelos transatlánticos, me despierto bajo el sol de Atlanta, la ciudad de las cocacolas y la CNN. Caras conocidas que se desvanecen en las despedidas, otras ya se han despedido antes vía teléfono, vía deseos, siempre buenos, expectantes. La gente aguarda las maletas. Muchos encuentran la suya, otros desesperan a contraluz. Ya es naranja esa luz que nos dice que estamos en el mismo día pero en otro mundo, no ya tan lejos. Estoy aquí cerca, en lofts amplios, en pisos de madera, descalzo, así se nota mejor el suelo que pisas, es mejor para la comunicación. La música sesentera que proviene de los mustang y los cadillac se mezcla con la música negra que jarrea de esos monstruos del Co2 que son los jeep negros, con negros dentro. Las calles anchas, no hay nadie, eso parece, las terrazas que no terminan de abrir ni tampoco de cerrar, esos de los que hablo y con los que no hablo, es imposible, apuran su cerveza sin más ansia que darle una ultima calada al primer cigarrillo del mundo.

martes, octubre 09, 2007

Hace mucho tiempo


Bueno, no hace tanto que quiero volver a Estados Unidos. Es un país diferente, pero tal vez igual de diferente que lo pudiera ser Berlín o Londres o París. No, no me he equivocado y he puesto ciudades donde deberían ir países. Me voy a Estados Unidos pero es como decir me voy a Nueva York, aunque aquí también me he equivocado: me voy a Atlanta con escala (5 días) en Nueva York. El tráfico, la gente, los delis abiertos, la música que suena, las hamburguesas buenas, las malas, las esquinas, esas que son de Wang y Auster, las calles vacías, las llenas, los parques solitarios y Central Park. Todo puede pasar porque estás allí. Pero como digo voy a Atlanta, la cocacola, los negros, la cnn, los espacios abiertos y los verdes, el otoño, las hojas, las tormentas, el Missisipi (que no queda muy lejos), y espero San Francisco, los sube y bajas, los puentes, el mar, ...

Parece que allí comenzara todo no hace tanto, todo lo que nos rodea por aquí estos días. No digamos todo porque faltarás tú.


Farewell my friends
Farewell my dear ones
If I was rude
Forgive my weakness
Goodbye my friends
Goodbye to evening parties
Remember me
In the spring
...

Ah, y también es que el dólar está muy barato...

lunes, octubre 08, 2007

De películas empáticas


Este fin de semana estuve a punto de completar un trío... de buenas películas. Comencé el viernes con una sesión de lo más extraña. Vi Carlito's way o lo que es lo mismo Atrapado por su pasado que fue como la santa inquisición decidió titular la pelicula en este santo país. No voy a ponerme a hablar de la peli sino de la persona con la que vi cómo Al Pacino volvía sin remedio al mundo del crimen organizado. Fue extraño. Mi padre, una persona íntegra, honesta, conservadora, hsta un poco religiosa, eso sí con un poco de retranca en cuanto a Dios y esas cosas tridimensionales, fue atrapado por la película. Y eso que no se hablaba de otra cosa en la peli sino de drogas, sexo, asesinatos, fuck, fuck, fuck, en este caso, las circunstancias mandan, joder, como me jodas, jodete... No daba crédito a que se mantuviera más allá de las once de la noche para comprobar cómo acababan las desventuras de un pobre Quijote que termina abocado a luchar contra sus propios fantasmas convirtiendose en uno de ellos. Me pareció un ejercicio de valentía sin parangón por parte de mi padre que no se fuera al ver la primera raya esnifada o el primer atisbo de violencia (esta vez no gratuita) o las primeras tetas de la actriz en primer plano, duras, blancas, con pezones rosas y labios que despistaban. Me fui a la cama un poco sorprendido pero estúpidamente contento de haber visto esa peli (la cuarta vez que la veía, por cierto). El sábado fui al ¡¡¡cine!!! La nueva de Cronenberg me llamaba con fuerza y allí fui dispuesto a todo. Y sí, me lo pasé muy bien. Hasta me reí cuando Mortensen hacia de las suyas amputando miembros. Creo firmemente que Cronenberg se parte de la risa cuando filma una de estas secuencias. Estoy seguro. Retrata el mundo del hampa que te cagas de miedo, pero también de la risa. Única pega: bah, paso que luego me decís que soy un pesado al que en realidad no le gusta el cine, sino ponerlo a parir. No completé el trío porque ver el Precio del poder con Al Pacino, ese jovenzuelo que se intenta follar (y claro que lo consigue) a una adorablemente hija de puta como Pfeiffer me pareció demasiado para un fin de semana.
Y es que ya he escrito demasiado por hoy...

sábado, octubre 06, 2007

858.000.000€


Si por 24 canciones que se ha descargado una pobre chica norteamericana el estado le pide casi 160.000 dólares, creo que haciendo una cuenta mental rápida (al final he tenido que coger la calculadora) le debo al estado unos 828 mil millones de euros. ¿Hay alguien por ahí que me avale en mi apuesta por la música que me gusta? Porque si no me temo que tendré que ir como el de la foto durante el resto de mi vida. Por cierto, ¿alguien sabe si los 10.000 € que he invertido en conciertos y festivales desgravan?

jueves, octubre 04, 2007

Ali in the jungle


Más que tatarear la canción, se dejaba la voz con ella. Era muy temprano y el sol apenas acababa de anunciar su salida. Los retrovisores seguían un poco sucios. Mañana los limpiaré, pensó durante un segundo. Lo dejó de pensar al segundo siguiente. Seguía moviendo la cabeza al compás de la música pop que oía cada mañana. No quiso poner la radio. Daban anuncios en ese minuto. Las mañanas se repiten tanto por sí solas que no conviene seguirles el rollo. Su pelo seguía húmedo de la ducha. No había demasiados coches en la autopista y el suelo estaba limpio. Un intermitente, dos intermitentes, y ya estaba en la vía de servicio. Pasó otra vez por el colegio. Como si de un panal de abejas se tratase, cientos de coche buscaban su espacio para dejar a sus niños en la puerta sanos y salvos. Él no oía nada. Llevaba la música a tope. No le hacía falta cerrar los ojos para imaginar los gritos aniñados al entrar por aquella puerta. Una mañana más.

miércoles, octubre 03, 2007

Coca-colas


Siempre he pecado mucho. Supongo que es un vicio como otro cualquiera o es la atracción que tenemos los humanos por lo que no está permitido, me refiero a lo que no está permitido desde la moral de Dios (no se preocupen, yo tampoco sé cuál es). Esa es la misma razón que ofrezco para justificar los malos actos que uno realiza a la luz de la gracia de dios.

Mientras la miraba, ella no quitaba los ojos de encima a su copa. Tenía mucho hielo y yo creía que era eso lo que la tenía enfrascada en una lucha hipnótica para que la coca-cola no se saliera. Uno nunca sabe adonde mirar cuando comete tal torpeza, fruto de las ganas de beber o de que se le ha ido la mano al chico de la coca-cola al inyectarle gas a tan preciado invento. Estaba sola. Era suficiente. Finalmente, todo el líquido fue a parar al portavasos de una conocida marca de cerveza, verde para más señas. Era mi momento. Tenía que aprovecharlo. Llevaba unos kleenex sin usar en unos de los bolsillos traseros de mis pantalones. Me acerqué y los saqué con cuidado. Ella levantó la mirada. Alguien me dijo hola desde el fondo del bar.


Nunca supe cómo se llamaba, pero me acuerdo todavía de su ruborizante sonrisa.

martes, octubre 02, 2007

Envidia de culo


Hace poco tuve una amarga disputa con un blogero o algo parecido sobre una serie que aún no se ha emitido. Él era o es uno de los guionistas de la serie. Yo me refería a su serie y a otra que sí que están emitiendo como el resultado de una frase procedente de un ejecutivo de televisión de dicha cadena. "Comedias chabacanas quiero", dijo el señorito. A todas estas yo me enteré de todo esto porque antes de lo de chabacanas había dicho "pararlo todo". Claro, en lo de pararlo todo, iban dos cosas que había escrito yo, y que no eran comedias "chabacanas", ni siquieran llegaban a ser comedias. Volviendo a mi disputa, ese blogero tuvo a bien insultarme y ponerme a caldo porque yo habría llamado "chabacana" a su serie (dudo que sea suya) sin haberla visto (seguramente no habríamos tenido tal discusión si la hubiera visto). No sólo eso, sino que se mofaba de que podía insultar a cualquiera que se metiera con su serie (como por otro lado, no era el caso).

He llegado hasta aquí sólo porque no me gusta la gente que insulta. Lo más gracioso de todo es que posiblemente esas dos series que se produjeron después de que el ejecutivo terciara a su manera no sean chabacanas. Lo más gracioso, digo, es que el ejecutivo quería eso porque eso es lo que les da audiencia. ¿Y qué dice la audiencia al respecto?

lunes, octubre 01, 2007

En la cama


Siempre que te veo desaparecer por esa puerta, mi imaginación no para de saturarme con la misma mirada que se pierde. Siempre me pasa cuando veo que mi amante se pierde tras la puerta del baño. Al poco se oye cómo tira de la cadena. ¿Te perderé? ¿Volverás? Me quedo ahí, solo, desnudo, como si mi espejo hubiera desaparecido. No hay reloj, así la espera es menos ansiosa. El tabaco que ya no fumo puede esperar. Se puede morir. No hay libros: mi cerebro no puede estar pensando en otra cosa pero lo hace. Si cierras los ojos, te aseguro que lo va a hacer. Otra vez. Pero esta vez no hay ruido fuera: la ciudad dormita. Los coches hace rato que han desaparecido para dejar lugar a las voces que viajan en reyertas. Mis oídos también se cierran. Sólo las campanas de la Iglesia discuten la noche a los hombres y a las mujeres que pierden sus tacones en lo ancho de sus bolsos, negros y brillantes, como tus ojos.