jueves, octubre 11, 2007

Atlanta y la americana (no hay foto porque el ordenador no me deja)

Con los ojos pegados todavía a la almohada enana que ofrecen en los vuelos transatlánticos, me despierto bajo el sol de Atlanta, la ciudad de las cocacolas y la CNN. Caras conocidas que se desvanecen en las despedidas, otras ya se han despedido antes vía teléfono, vía deseos, siempre buenos, expectantes. La gente aguarda las maletas. Muchos encuentran la suya, otros desesperan a contraluz. Ya es naranja esa luz que nos dice que estamos en el mismo día pero en otro mundo, no ya tan lejos. Estoy aquí cerca, en lofts amplios, en pisos de madera, descalzo, así se nota mejor el suelo que pisas, es mejor para la comunicación. La música sesentera que proviene de los mustang y los cadillac se mezcla con la música negra que jarrea de esos monstruos del Co2 que son los jeep negros, con negros dentro. Las calles anchas, no hay nadie, eso parece, las terrazas que no terminan de abrir ni tampoco de cerrar, esos de los que hablo y con los que no hablo, es imposible, apuran su cerveza sin más ansia que darle una ultima calada al primer cigarrillo del mundo.

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