lunes, noviembre 12, 2007

rutina

Estoy en Atlanta, la ciudad de la información donde nunca pasa casi nada. Fui a comprar leche esta mañana porque después de los viajes redescubres el frigorífico y te das cuenta de que alguien vivía aquí, pero que ese agluien se fue. Y ahora hasta lo más pequeño dejó de existir hace mucho tiempo. Siempre huele algo a podrido y te devanas los sesos pensando qué fue lo que te dejaste, por qué ese bote está abierto y en qué estarías pensando cuando no dejaste esa lata en la basura. La cama estaba fría y el aire solo. Ahora la rutina: lavadoras, fregaplatos, comida, ... Suena mal rutina. Cuando uno está en algo que no se llama rutina se lo pasa bien. Todo es nuevo y todo es sol. Hará un buen día hoy. Iré al cine y a escuchar buena música a la vez. Un poco de zumo, el café y las lecturas. Eso también es rutina. ¿Algo que me saque de la rutina? El pensar. Escribir, tal vez. La historia avanza y yo la hago avanzar conmigo. El corazón de ese niño me hace palpitar. Me saca de la rutina y me lleva a una aventura. El chaval me hace un favor. Atrás quedó California, con su sol y sus playas. Con su acento mejicano, y sus viajeros constantes.
Esa rumana que estudia fotografía y que trabaja en el Laguna Inn debe estar empezando su rutina ahora. Basta de rutinas y a escribir...

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