viernes, noviembre 02, 2007

la escalera

Allí subí un par de veces, al menos tres. Dos fueron con ella. La subíamos despacio, incluso nos sentábamos a escuchar la música de los bajos de Madrid. Ruidosa, sencilla, amable... Así era ella y también la música que contemplábamos en silencio roto por besos. Sus piernas eran largas, jamás había visto piernas tan largas, suaves, blancas, piernas sin rodillas que pudieran atenuar su belleza. Allí nos dijimos de todo. Hola, adiós, hasta luego... La conocía en un bar oscuro donde apenas me oía, pero ya me sonreía. Sincera, feliz. Era feliz, y creo que lo sigue siendo. Trabaja ahora fuera, muy lejos, donde casi no la adivino salgo por alguna foo furtiva que me envió cuando ya éramos amigos y no novios. Quizá nunca lo fuimos pero en aquella escalera todo fue posible.

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