martes, septiembre 23, 2008

Horarios

A las siete y cuarto de la mañana suena el despertador. Nunca se sabe cuando se apaga. A veces incluso suena antes, mucho más temprano de lo que uno querría. Puede sonar a las seis menos cuarto de la mañana, cuando la noche sigue siendo noche y tú querrías estar en otra parte, en otro sueño, pero nunca en una pesadilla. Las pesadillas se acaban, son siempre películas con final feliz aunque sean dramas mayúsculos. Esas noches en las que tú no estás ya son cientos, miles, millones... Pero aún sueño y las pesadillas ya no me visitan. Vivan los sueños y las siestas.

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Querido mío, sabes una cosa el no tener horarios me produce estrés; llevo once años jubilada y antes era un reloj para todo, ahora pienso ¡ya lo haré!. No es que estar con una enfermedad crónica de columna sea la panacea, pero que quieres que te diga estoy del diez

3:16 p. m.  
Blogger Doisneau ha dicho...

Con el despertador, algunas mañanas, vuelven a aparecer los fantasmas, a mirarme de frente, de cara, con intención de retarme. Y no tengo fuerzas par retos…

12:00 p. m.  

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