martes, noviembre 27, 2007

Barrios

Ahora a un barrio se le llama cualquier cosa: cualquier cosa que quiere decir a todo un racimo de urbanizaciones o bloque (¡Qué mal suena lo de bloque!) de viviendas de menor o mayor lujo... Casas juntas, eso es ahora un barrio. Y se crean de la nada, en una especie de montículo a las afueras de Madrid o en una zona deshabitada del norte de Tenerife, previa recalificación, etc... Antes un barrio se tardaba en crear unos años y sí, iba de la mano de la vivienda, pero luego la gente se iba conociendo, iba llegando, se iban queriendo u odiando, se enamoraban quizá, hacían cosas juntos, comían, cenaban, se emborrachaban, sus hijos iban al cole en eso que llamábamos el micro, la guagua, el autobus para entendernos...
El progreso ha traído los coches individuales (toma metáfora) y las pantallas planas, y el vecino es alguien que sigue viviendo al lado nuestro pero al que apenas le ponemos nombre. Eso sí cuando asesina, corrompe,... los últimos en enterarse son los que vivimos al lado. Ahora la vitalidad de los barrios se mide por el precio al metro cuadrado, como si fuera una charcutería, y nosotros los cerdos. El tejido social-cultural (leáse teatros, cines, formación, música) ya no tiene peso, ahora todo lo mide el dinero y la banda ancha para el messenger.
Sé que es una obviedad pero supongo que cuando tenga hijos o nietos o ambas cosas se lo tendré que explicar: ¿el qué? Pues cuándo se fue todo al carajo. Por cierto, un día yo escribí una serie que iba un poco de eso. Pero prefirieron, los de Cuatro, una comedia sobre sexo y otra sobre las desventuras de un grupo parecido al de parchís. Ansí nos va, que dirían los de la ESO.

1 comentarios:

Blogger Doisneau ha dicho...

Deshumanización. Es fría la escalera por la que subes, los vecinos ahora intentan no encontrarse; todo lo contrario que cuando yo era pequeña que de vez en cuando la vecina de la letra B (Yo vivía en la A) llamaba el jueves con una bolsa de fresas que había comprado y acordándose de nosotros nos la regalaba a la vez que nos invitaba a cenar para la semana que viene. Que nos dejábamos las llaves, y nosotros pasábamos a regales las plantas, le recogimos el correo... y en caso de apuro le ibas a buscar a su hija la cole. Recuerdo los corrillos en el rellano, contando lo que la del primero o la del segundo había dicho en la reunión de la casa o simplemente para charlar del vida. Si en todo esto también había un poco de cotilleo, y claro! acabado; el hueco lo ha cogido la televisión y lo ha deformado, lo ha popularizado y manchado. Y ahora nos enojamos cuando vemos a la del quinto contar que su marido ya no la quiere... Que vuelvan los espacios íntimos-públicos.

6:48 p. m.  

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