martes, marzo 25, 2008

Golosinas en Finlandia

Ayer caminaba obnubilado por esas calles mortecinas del Puerto. Sólo algunos neones encendidos animaban la noche que caía a plomo sobre ese vestigio del turismo ochentero que ya no puede más. Miraba al suelo y al cielo, intentando pasar desapercibido entre las chicas extranjeras que fumaban y miraban, miraban y fumaban en la esquina de cualquier bar. Eran blancas, muy blancas, casi de seda. Eran como las sirenas de una noche en la que no vi el mar. Me encontré con más guiris que disfrutaban de la conversación en un idioma desconocido. Allí ondeaba la bandera de Finlandia. Antes la tristeza de unas golosinas derramadas por el suelo acabó con la felicidad del paseo etéreo, invisible. Vi Siete mesas de billar francés. Nada nuevo sobre el tapete del cine español. Demasiada Maribel Verdú. Uno la ha visto llorar tantas veces que sólo me queda regalarle unas golosinas para que no lo haga más. ¿Cómo serán las golosinas en Finlandia?

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