Y sufrir, cabrones

Ya nos estamos arrepintiendo de escribir estas líneas. Hace algunas se semanas que leimos en alguna parte que el placer, el pasarlo bien, está muy mal visto por la sociedad en general. "Aquí lo que se respeta es el dolor. El dolor ennoblece". No le faltaba razón a ese comentario. Pero vamos a hablar de la gente que ha impuesto esta manera de pensar, de la que el ser humano occidental ha vivido colgada (lo sigue haciendo) demasiado tiempo. Hablamos de la Iglesia, claro, más concretamente de la católica. Esa que nos ha inoculado la santidad como un bien a perseguir, pero claro la santidad no tiene que ver con la felicidad o con ese estado del cuerpo en el que todo nos da un poco igual, porque estamos bien con nosotros mismos. Porque la santidad se consigue sólo a través del dolor y la culpa. Sólo cuando estamos doloridos y además sentimos culpa por ello, seremos unos buenos cristianos.

Y eso pues no lo vemos demasiado claro. No nos gusta que nos duela y menos sentirnos culpable por ello. Si hablan tanto de la culpa, ¿han pedido perdón por lo que hicieron en el franquismo? A lo mejor es que no se sienten culpables. ¿Pedirán perdón por intentar impedir el uso del condón? ¿O por las bochornosas manifestaciones de la familia? ¿Se manifestaron contra el franquismo que reprimía a los gays? O somos justos con el pasado o no tenemos ni puta idea de lo queremos que sea el futuro o ¿acaso se han siquiera manifestado a favor o en contra en torno a la ley de memoria histórica? Si se me permite la expresión, se han callado como putas. Lo más gracioso es que ellos no tienen ni un ápice de culpa por aquello.

Y llegados a este punto la pregunta es la siguiente: ¿Por qué hay que aguantarles y hasta financiarles? Si la respuesta es sí, acaso será por una inseguridad íntima impulsada desde lo más oscuro de nuestro hígado de ver y vivir una sociedad en la que la Iglesia no exista. O sea por nuestra propia estupidez.