jueves, octubre 08, 2009

Las espaldas desnudas son más atractivas que el vino

Ella se quitó ese sueter que podía haber sido un guante. Sus hombros se quedaron desnudos. Me fijé en su espalda relajada. Me gustó. Se sentó en el sofá y me sonrió. Allí acomodada entre cojines de terciopelo le daba la luz desde el edificio de enfrente que nunca se apagaba. Era la mejor programación que recordaba de una televisión. Y no, no era de plasma, pero qué más daba. Mientras servía un par de copas de vino y me detuve a olerlo. Le toqué el pelo y ella me acarició la mano. Se incorporó un poco y se puso a mi altura. Me susurró algo al oído y ya no hizo falta el vino.

Lo que más me gusta de la vidas es que algunas visiones no cambien. La belleza es quietud, fortaleza. La lentitud es ya velocidad para la belleza que posee, por exceso, una memoria vivísima e innecesaria, pues la belleza es eso que nadie ofende.

2 comentarios:

Blogger Cibertecla ha dicho...

Si en el anterior "di las gracias porque ahora no sudaba" me pareció de lo mejor, hoy me quedo con "era la mejor programación que recordaba". Sobran los calificativos.

12:30 p. m.  
Blogger Unknown ha dicho...

tú quédate con la espalda desnuda que yo me quedo con el vino. Tenemos pendiente una cena-copas-celebración(denoséqué),de esas que tanto echo de menos.

12:34 a. m.  

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