La verdad sobre Chocolat

Sigo en el bar. Apoyado en la barra. La mesa de billar vacía. Todas las bolas en fila india esperan salir. Pero ella ya no las llama. Ella no está. Nadie sabe cómo era. Las gafas, las gafas eran su escudo.
Era un engaño. Chocolat ya no está, ya no ve a través de esa cámara que era su mejor sombra. Ahora sus tacones felices descansan en las maletas que nadie vio. Perdí su rastro entre calles blancas. Estrechas. Sus tacones ya no se oyeron más en ese lugar que llaman Tarifa. Ni siquiera tenía ese nombre. Chocolat fue un sueño. Chocolat era amarga. Era mentira. No. Chocolat es un invento. Es una musa sin rostro.
Cuentan que la vieron en Canada después de muchos años. Tenía los ojos rasgados. Y sus vestidos, siempre negros.