Me persiguen
Casi no me quedan piernas paraa huir de esta sombra que me persigue. Sí, soy culpable de no haber hecho el trabajo que se me presuponía, la venta de mi piel a los habitantes enfurecidos de una tierra sin nombre. Esa tierra de la política donde nadie dijo nunca que ya no le pertenecía. Soy un huido, una persona sin principios pero con un final. La historia se vuelve como un boomeran y esa historia permanece escrita, es una fiera encerrada entre cuatro paredes, siempre paciente, siempre rabiosa para saltar a la yugular de ese liberador que viene cada cuatro años. Pero las miradas lo dicen todo y no es esquiva cuando se mira de frente. Ahora lo hago desde el resquicio que me da el razonamiento. Pero hete aquí que se nubla, que se pierde, que grita, y que desfallece hasta la muerte. La mirada de una muerte anunciada, la que tiene lugar cada cuatro años, la que no tiene pasado, ni presente ni futuro. La que no pertenece a nadie, más que a mí.
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