jueves, febrero 28, 2008

El ojo del gato

Anoche, camino de vuelta a casa, me encontré con lo brillante que puede ser ojo en medio del asfalto. Era el ojo que nunca supo qué había pasado con su cuerpo. Incluso no sabía que estaba separado de esa manera de su principal manera de vida: la libertad. Allí estaba casi sin respirar, sin decir eh, estoy aquí, intentando sobrevivir. Le atropellaron. No es el primero ya lo sé, pero su mirada lo helaba todo y lo iluminaba todo. Fue un destello, un símbolo de la agonía que siempre nos acecha cuando las cosas no salen como nosotros creemos que deben salir. Por eso me acurruqué mejor cuando llegué a casa. Por eso, cuando apagué la luz, me fijé que no hubiera ningún ojo mirándome, acechando en el fondo. Por eso no abrí los ojos. Por eso los abrí esta mañana.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

nos gusta que seas lo contrario del matagatos hijoputa cabrón asesino de talavera, en la prensa hoy. ahí sí que el campo está abierto al insulto.
rita, pese a su antipatía natural hacia el felino, comparte el espíritu del post -y si hablara más, insultaría bien.

11:32 a. m.  

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