domingo, diciembre 27, 2009

De barcos que se hunden y de personas que no se salvan

Cuando el horizonte tiende a ser el destino, allí aparecen las estrellas que no te dejan solo nunca.
Quizá siempre supe que mi padre era un romántico, no lo voy a reconocer y jamás asentiré ante estas letras mías cuando la noche roza con la mañana, cuando no hay sol acaso luna. No hay más que espera en esa frontera que marca el primer sueño con la vigilia, entre una vela y un libro. Si ella no se molesta aprenderé a estar allí y a permanecer callado entre sábanas que envuelven el aire que a veces ni respiramos. No existen las velas y el mejor libro tiene las mismas letras que este teclado, tabla de esperanza sin razón. Así que mejor callarse y mantener los ojos bien cerrados, por si las musas quieren acostarse conmigo esta noche.

1 comentarios:

Blogger Unknown ha dicho...

http://www.youtube.com/watch?v=69thn0yJ0fo&feature=fvw

8:53 p. m.  

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