Ella
Sus tacones la ponían casi a mi nivel. Así era más fuerte el influjo de su mirada en mis ojos. No le hacía falta levantar la vista para darse cuenta de que estábamos solos, en ese sofá que tantas veces usamos para destinos menos sugerentes. Se oía el ruido monótono del tráfico al fondo. Las luces de los pisos de enfrente jugaban como si fuera un Las Vegas en miniatura. El sabor del vino todavía estaba en nuestras bocas y los cigarrillos se amontonaban en ese cenicero que le regalé el año pasado. Se acomodó entre mis piernas y yo sólo pude asentir con mi gesto. Con la misma decisión con la que había descorchado ese vino, yo sólo pude cerrar los ojos. Ella haría el resto.
2 comentarios:
Con tu físico y tu forma de expresarte, pronto hablarás en presente del mismo tema
El cosmonauta......
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