sábado, noviembre 29, 2008

Martina

La verdad es que estoy hasta las narices de hablar de la crisis. Así que contaré la sonrisa de mi sobrina. Ella, Martina, apenas tiene año y medio pero ya sonríe seriamente. Quiero decir que lo hace con la particularidad de que toda su cara y su cuerpo se convierten en una enorme sonrisa que no tiene parangón con ninguna que haya visto hasta la fecha. Le gustan los sonidos, y los personajes conocidos. Se pega a su madre o a su abuela con las que ya tiene pegamento. Y su sonrisa, la más dulce y la más corpórea se nos aparece cada cierto tiempo para alegrarnos de su existencia. Quizá Martina no sepa de qué coño estoy hablando, pero creo que en secreto ya se empieza a dar cuenta.

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Bien querido, la base de la vida son los tuyos; ésos no te fallan casi nunca. Tengo una sobrina de nueve años, que es la alegría de la familia, come como nadie, rie como una loca y sobre todo es feliz. Lo entrañable es que piensa y mucho. Como todos los días comemos juntas y es muy habladora, como su tía, se plantea dilemas de la vida y pese a estar en un colegio de monjas, me ha planteado cuestiones tales como las mentiras de la Biblia o la imposibilidad de la resurrección, me ha dejado atónita y dice¿vale yo no hablo de éso en el cole, pero no me lo creo!, es muy lista la tía, nos vuelve locos a todos, por puro egoísmo lo malo es que crece.

3:40 p. m.  
Blogger Unknown ha dicho...

Ay,ese orgullo de tío!!!
Qué envidia,con lo lejos que vive mi sobri...y todo lo que me voy a perder de él.

9:18 a. m.  

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