¿La culpa? De los pilotos muertos, claro.
No me lo trago. Hay una película argentina muy buena que se llama Whisky Romeo Zulú del director, guionista y piloto de aeronaves Enrique Piñeyro que relata un accidente parecido. Las alarmas sonaban pero los pilotos ya estaban acostumbrados a que sonaran las alarmas porque el sistema saltaba sistemáticamente. Nunca ocurría nada. Hasta que ocurrió. Saben el cuento de Pedro y el Lobo? Pues eso. Las companías como es lógico lo saben pero antes se suicidan que admitirlo. Reconocer algo así es lo mismo que cerrar la empresa. Y que una comisión ad hoc eche la culpa a los pilotos muertos no es ninguna novedad. ¿Saben cuántos millones habían en juego si no se echaba la culpa a los pilotos muertos? Empiecen a contar ceros.
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