sábado, enero 17, 2009

Nada

Estuve oyendo esta mañana a la hija de Carmen Laforet, la autora de uno de esos libros que sabes que te dijo algo, que lo leiste en alguna parte y que eso se queda ahí, en una parte del cerebro del cual es imposible de borrar. Anoche eché de menos en un recital de Andrés Molina un poco de modernidad, un poco la búsqueda de sonidos nuevos. El nuevo fue sólo ese violinista negro que hacía malabarismos con su instrumento y la belleza de una tal Marta Bolaños que movía las caderas en ese ritmo árabe que a todos tanto nos gusta. Quizá lo nuevo y la nada signifique eso, ahora que el sol por fin sale en este valle. Ya se le echaba de menos después del frío lagunero.

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