lunes, noviembre 27, 2006

Tú, yo, el dinero y la publicidad


El fin de semana pasado vimos The queen, una magnífica película sobre cómo se gestionó tanto desde la monarquía inglesa como desde el gobierno Blair los días siguientes a la muerte de Lady Di. Antes de la película y como viene siendo habitual pasaron unos cuantos anuncios publicitarios. Una costumbre a extinguir pero que ahí sigue. Pues en esos anuncios no publicitaron el nuevo coche de última generación o la mejor fragancia para estas navidades. Esos anuncios venían a publicitar los grandes cambios y hazañas de las dos adminitraciones, local y regional, que gobiernan en la comunidad de Madrid. Sí, era publicidad institucional. Por cierto, ¿quién inventó ese forma de hacer política?

Es, sin duda, la forma de hacer política que ahora mismo está en auge. Y es que sería por lo menos gracioso comprobar por un momento cuánto dinero se gastan las administraciones públicas (o lo que es lo mismo, el dinero que pagamos con los impuestos) ya sean nacionales, regionales o locales, en dar publicidad a lo que ellos llaman sus logros. Lo más gracioso de todo es advertir cuál es el objetivo de toda esa publicidad que llena páginas de periódicos y minutos en la televisión. Pues, claro, seguirles votando en las próximas elecciones que, por cierto, están a la vuelta de la esquina.

P.D.: No creo que el dinero que se gastan supere los más de 11 mil millones de Euros que les hicimos ganar a los bancos el año pasado. Al menos, eso espero. Una cosa que no esperamos es que esto se denuncie desde los medios de comunicación. Ellos son los principales beneficiados.

martes, noviembre 21, 2006

Las pollas y Harvey



Seguramente ombligos hay en todas partes. Pero como díría Harvey Keitel en Pulp Fiction en una de las mejores frases que se han oído desde siempre en la pantalla: Dejemonos de chuparnos las pollas. Nos acabamos de enterar que uno de los premios talento 2006 que concede la academia de televisión ha ido a parar a una tal Irene Domínguez, directora de nuevos proyectos de Antena 3. Hace falta poca imaginación para saber qué diría el bueno de Keitel ante semejante galardón. A Obregones y demás bazofia televisiva nos referimos. Aunque el resto de los premios tampoco tienen desperdicio. Panda de amiguetes sin verguenza.
Un recordatorio: ¿nada para la hora chanante o para la gente de paramount comedy?

sábado, noviembre 18, 2006

Los espejos

viernes, noviembre 17, 2006

Las ilusiones de los hombres (NY, III)



Los distintos mundos que se concentran en Manhattan se ponen de acuerdo en el ruido de los enormes camiones que aceleran y frenan en cada semáforo. Ni una nube en el cielo grande. Hay mucha gente que ríe, que llora y se tapa la cara. Siempre el rostro por delante, siempre la verguenza por detrás. Sigue cantando Destroyer. Nos mareamos, miramos hacia arriba, perdemos el equilibrio. Hay que seguir la oscuridad, buscar la luz que tanto se nos niega. Quizá ya no veamos nada con nitidez. Nos deslumbramos y nos desnudamos. La aparición de la ciudad ante nosotros nos enciende y nos acompaña. Al final del día, los zapatos y los calcetines en el suelo. Podía ser cualquier suelo, el rugoso o el liso.
Otra vez, el ruido de enormes camiones acelerando y frenando en cada semáforo.
La cuestión era abrir bien los ojos, ¿lo hemos conseguido?
Necesitamos a esa chica. Necesitamos esa mirada. Era el fantasma de Nueva York, esa ciudad que sabe aprovechar tan bien las esquinas. Como Buenos Aires.

jueves, noviembre 16, 2006

¿Todo puede pasar? (reflexiones de NY, II)


En esta ciudad la luz halógena lo llena todo. Digamos que no lo ilumina porque este tipo de luz nos retrata, pero no arroja luz sobre nadie. El único genio que lo supo ver en su tiempo fue Hopper.
Incluso un tipo vestido de Bin Laden en el día de Halloween que corría metralleta (de juguete) en mano al lado de la zona cero es díficilmente visible bajo este tipo de luz. La luz que lo mediatiza todo, que nos pone a todos en el mismo nivel: obreros del sistema, un sistema que no por acertar es muy díficilmente inaceptable. Pero todos bajamos la cabeza y somos los primeros en estar a sus dictados. ¿Quién está dispuesto a desertar? ¿A cambiar esa luz halógena y pasarse al lado oscuro de las sombra, de las luces de colores y la desnudez de Hopper?
Los americanos no son más que una representación del mundo sólo que ellos tienen el interruptor de la luz halógena, esa que ciega a todos por igual.

martes, noviembre 14, 2006

De pararse a pensar (reflexiones de NY,I)


Nueva York. Cuando nos preguntan que nos ha parecido la ciudad por excelencia del mundo, nos quedamos callados. Y nos preguntamos a qué se debe ese silencio. Todavía no lo sabemos pero especulemos que para eso sirve este blog.
Dos cosas se nos vienen a la cabeza: normalidad y dinamismo, la normalidad de quienes visitan una ciudad sin ser turistas y el dinamismo, de quienes quieren, incluso los que viven allí, difrutar de la gran manzana. Porque si nos paramos un poco a reflexionar, llegamos a la idea y a la pregunta de cuál es la diferencia entre la vida que vivimos aquí y la de ellos, los neoyorquinos del mundo. Y no, joder, no está en que si la comida está más barata o no, o si las compras han sido fructíferas o no, o si el hotel estaba bien o mal, o si... Quizá acaso la diferencia es que ellos somos nosotros y nosotros somos ellos.
O quizá la principal diferencia esté en los ojos de aquella niña que jugaba en uno de los sofás de un garito de Williamsburgh mientras cinco bandas de rock, punk y folk tocaban para una escasa audiencia buena degustadora de café y de cerveza y con el ánimo de pasar la tarde y llegar a la noche. Porque también allí, como aquí, la noche es oscura y maravillosa.